Nug es un varón que ha entrado hace poco en la edad adulta. Ya se ha sumado
varias veces a las partidas de cazadores que se reúnen antes del amanecer y
abandonan las cavernas armados con lanzas y piedras. Es un día alegre para todos
porque el grupo ha regresado con una magnífica noticia. El más grande de los
animales dará de comer a todas las familias durante bastante tiempo. Además, en el
camino de vuelta han recolectado todo tipo de bayas y frutas. Muchas de ellas se
reservarán para los niños pequeños, como el hijo de Nug, que ya empieza a gatear y a
interesarse por los alimentos sólidos, aunque también sigue mamando.
Al conocer la noticia, un grupo de mujeres, niños y hasta ancianos se ha dispuesto
a acompañar a algunos de los cazadores para ayudarles a despedazar y repartir aquel
enorme paquidermo lanudo. La hembra de Nug, ansiosa por asegurar su provisión de
carne, es una de las primeras en unirse al grupo. Pero él, cansado y satisfecho por la
hazaña, prefiere permanecer en la cueva con su hijo. Después de jugar con él y
dormir un rato, mira instintivamente hacia la salida, asegurándose de que nadie lo
esté observando. Luego, con una antorcha en una mano y el bebé sujeto por el otro
brazo, se adentra en la galería natural, que desciende ligeramente y traza una curva,
quedando más de la mitad fuera del alcance de la luz solar y de las miradas de los
curiosos. En aquel recoveco guarda Nug sus tesoros. Unos son producto de su
valentía y otros son obra de su creatividad. Los primeros son un conjunto de objetos
envueltos en una piel de lobo; Los segundos, unas pinturas realizadas con esmero en
la superficie, bastante lisa, de aquella pared de granito.
Como siempre, fija la antorcha en un hueco natural entre dos rocas. Contempla su
obra. Cada vez le salen mejor los trazos que representan a los hombres y mujeres de
su clan. En unas escenas están reunidos en torno al fuego, asando la carne o
calentando el metal para poder darle la forma larga y afilada que necesitan. En otras,
-5-los hombres rodean a algún animal y le dan caza con sus lanzas. Pero también hay
escenas que Nug ha pintado con miedo. Son las escenas en las que aparecen esos
seres todopoderosos que de vez en cuando visitan la región. Tienen dos piernas y dos
brazos, y caminan erguidos alcanzando una altura ligeramente inferior a la de él. Pero
están completamente cubiertos por una segunda piel hecha con tejidos extraños que él
no ha visto en la naturaleza. Sus pies van enfundados en una especie de ramas de
árbol, y sus cabezas están siempre dentro de unas grandes esferas transparentes. Las
pinturas representan a grupos de tres o cuatro de esos seres recorriendo la zona a
bordo de unos extraños animales cuadrados que, en vez de patas, tienen unas cintas
blandas que giran una y otra vez. Casi siempre van armados con unas puntas de lanza
que a Nug le parecen mágicas, porque sale de ellas un haz rojizo que abrasa y reduce
a polvo todo lo que toca. Varios miembros del clan han muerto de esa manera, al
intentar resistirse. A muchos otros los han obligado a dormir y se los han llevado.
Algunos han regresado, pero ya no son los mismos.
Él, Nug, es famoso en los clanes de toda la comarca, porque es el único que ha
conseguido matar a uno de esos misteriosos enemigos. Era casi un niño cuando
intentaron llevarse a su madre. Nug, en vez de enfrentarse con los que la estaban
sujetando, saltó sobre el más alejado y comenzó a golpear con una piedra la dura
esfera que protegía su cara, hasta que la quebró. Los otros dos soltaron a su madre,
que pudo escapar, y acudieron en ayuda de su compañero, tendido ya en el suelo.
Pero Nug elevó una pesada roca y le aplastó la cabeza antes de que pudieran
socorrerle. Se apartó del cuerpo sin vida mientras los otros dos, muy agitados,
realizaban todo tipo de comprobaciones. Finalmente le abandonaron allí y se
marcharon apresuradamente, a bordo de aquel extraño animal que corría como un
lobo. Cuando regresaron con varios más se desencadenó la tragedia. No encontraron
a Nug, pero sí a su madre. La mataron delante de todos. El escarmiento surtió efecto,
porque no se recuerda que nadie más haya osado atacar a uno de esos seres. Pero, al
mismo tiempo, la fama de Nug se engrandeció hasta convertirle en una leyenda viva.
-6-Nug recuerda a su madre y abre con tristeza el hatillo para contemplar su tesoro.
Son los objetos que le quitó a aquel extraño cadáver. Él no puede saber que se trata de
aparatos para medir el tiempo, comunicarse a distancia o tomar muestras de tejidos.
Pero sí sabe para qué sirve uno de ellos, porque ha visto cómo lo emplean para
insertar un pequeño objeto bajo la piel de los niños pequeños. Nug y su hembra
tienen una cicatriz corta cerca del tobillo derecho porque él, intuyendo que aquello no
puede ser nada bueno, ha extraído esas cosas y piensa hacer lo mismo cuando se la
coloquen a su hijo.
Nug no quiere estar triste. Sabe que es un día grande y se ha adentrado en la
cueva para llegar a su rincón secreto y plasmar la caza heroica en la que ha
participado. Envuelve los objetos en la piel de lobo y mira a su hijo, que le sonríe
mientras intenta acercarse demasiado a la antorcha. Con un grito corto y gutural, salta
sobre él y lo aparta del peligro. Cuando el niño intenta imitar su gruñido, le invade
una felicidad inexplicable. Luego toma un tizón y lo hunde en el betún negro y
pegajoso con el que va a pintar el mamut herido.
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